LA REALIDAD DEL MAESTRO DEL SIGLO XXI
Celaya de la Torre, Claudia Lorena
Hernández Cháirez, Adán
Torres Herrera, María del Socorro
Licenciados en Educación Primaria
RESUMEN: A través del presente artículo se vierten algunos de los nuevos roles,
retos y desafíos del siglo XXI, a los cuales el docente ha de enfrentar,
adecuar y superar con profesionalización. Se parte del entendido de que
nuestras escuelas están inmersas dentro de una sociedad globalizadora regida y
dirigida por los medios y adelantos tecnológicos, y por ende deberá estar a la
vanguardia e incorporar estos recursos, para generar una escuela que sea vista
como el motor del cambio y del progreso social y el maestro como uno de los
principales actores del mismo.
Palabras clave: Mejor distribución del PIB, alumnos tecnológicos, compromiso docente,
individualización, atmósfera digital educativa, revolución tecnológica,
Internet, sociedad de conocimiento, democratización informativa, profesor
multidimensional.
INTRODUCCIÓN
Hace 20 años México era un país muy
distinto. En el transcurso de este tiempo se inició con el ejercicio del voto
ciudadano, el cual da paso a constituirnos como una sociedad democrática; la
conciencia aguda por los problemas ambientales sólo existía en unos cuantos
pues no era tan evidente “hacer algo para cuidar el planeta”; el único acceso a
información era el que se nos presentaba en la escuela o en los libros de la
biblioteca, a diferencia de ahora que con un “clic” podemos acceder a
innumerables fuentes de información. Tampoco había tanta insistencia en la
formación de valores en los alumnos para evitar la delincuencia, la
inseguridad, la drogadicción, la desintegración familiar, o tantos problemas
que en la actualidad aquejan a nuestra sociedad.
Con todo esto, es imposible que el
maestro del siglo XXI permanezca igual y que no modifique su forma de enseñanza
a fin de satisfacer las exigencias del mundo donde vivimos, el cual está
cambiando rápidamente. Pero no será un camino fácil.
En los últimos años se ha venido
hablando de las competencias en el alumnado, así como las que deben poseer los
docentes para hacer frente a los nuevos retos y a la complejidad de la vida
actual. No basta con “enseñar” los conocimientos básicos o formar alumnos
hábiles, sino que el mayor reto del maestro actual es constituir ciudadanos
gestores de su propia educación, es decir, que se transformen a sí mismos y
mantengan actitudes positivas para la autoformación.
La gran mayoría de las deficiencias y
problemas de la sociedad actual se atribuyen al sistema educativo y, por ende,
a los profesores.
Desafortunadamente muchas de las
exigencias del sistema educativo hacia el docente se han visto influidas por la
globalización, por lo cual se basa en estrategias y resultados de otros países
que son muy diferentes y no toman en cuenta las características únicas como la
política, la geografía, la historia, la economía, las costumbres, las
necesidades o el multiculturalismo de México.
A continuación presentamos los nuevos
roles que debe desempeñar el maestro actual, las implicaciones educativas, las
aplicaciones didácticas, los retos y las exigencias de la realidad del sistema
educativo.
LA REALIDAD DEL MAESTRO DEL SIGLO XXI
Landaverde y Kourchenko (2010)
mencionan que ahora el reto de la educación es garantizar la permanencia dentro
del sistema educativo, recuerdan que antes era abatir el analfabetismo y
ensanchar la cobertura hasta el nivel primaria; y que para ello la estrategia a
seguir ahora es elevar los años y por ende el promedio de
escolaridad nacional, además de fortalecer la calidad educativa en relación con
los retos del mundo contemporáneo.
Creo que aseverar que al elevar los
años de educación traerá como consecuencia un elevado promedio de escolaridad
nacional, es una afirmación muy seria. Desconozco cuál haya sido su argumento
pero no me resulta lógico: una porque si no contamos con un buen programa
educativo, de nada va a servir tantos años de escolaridad. Dos, si de muchas
fallas le echan la culpa al docente, elevando los años, supongo que tendrá más
maestros y por lo mismo más atraso y pérdida de tiempo y dinero. Y tres, porque
lo que buscan las personas es una carrera o profesión corta y efectiva para
pronto pertenecer al campo laboral por distintas cuestiones: independencia, por
economía, gusto, etc.
¿Por qué se van los jóvenes de las
escuelas? Esta cuestión sigue apoyando el argumento arriba mencionado, quizá a
menos años de escolaridad, mayor
permanencia. Estos autores expresan que las razones se dirigen a los
contenidos y al ejercicio docente. Los maestros estamos enseñando lo que no les
sirve, no les brindamos herramientas, no les permitimos desarrollar sus
habilidades ni descubrir o poner en práctica sus competencias. Lo estamos
haciendo mal. Los directores dicen que los maestros carecemos de preparación
pedagógica, puntualidad y presencia.
Con estos datos se desprende
erróneamente que el problema educativo nacional radica en que tenemos maestros
malos o poco preparados. Entonces se dirige la mirada a que el problema está en
el proceso educativo: obsoleto, impertinente, envejecido de contenidos y
carente de efectividad.
La distribución del gasto corriente en
instituciones educativas se canaliza primordialmente al pago de salarios: menor
gasto, peor desempeño. Se debería incrementar el gasto en educación, elevar el
presupuesto federal y los de los estados en materia educativa, dirigirlo mejor.
Invertir más en capacitación docente y en infraestructura, además de mejores
salarios. Aumentar al 8% del PIB.
El éxito de los países se mide en sus
ventajas competitivas y su capacidad de adaptación y generación de cambios.
Nuestros sistemas y recursos educativos
hoy en día han sido rebasados por la era tecnológica y el mundo globalizado,
parece ser que se encuentran descontextualizados los planes y programas de
estudio y su perfil de egreso, con las demandas y necesidades que viven sus
educandos en su y en otros contextos. En otras palabras poca relevancia y
pertinencia tienen las escuelas en los alumnos, se está formando personas con
herramientas, conocimientos y habilidades que ya no podrán usar porque no
tienen razón de ser y de aplicación, que han sido rebasadas por otras que
debiera poseer.
Una de las grandes diferencias educativas que se plantean en nuestra
actualidad es el dejar de concebir a la escuela como unidad aislada de la
sociedad y de sus cambios, sino vista como una unidad productiva, generadora de
conocimientos y enlazada al mundo global, donde esta sea el vinculo de relación
y conexión de los educandos con su mundo. En concreto una de
las discrepancias radica en la modificación de los sistemas educativos para
responder a las demandas de las sociedades modernas. Esto por medio de la
creación de espacios con herramientas y estrategias que contemplen los
adelantos tecnológicos y el lenguaje digital, con nuevas e innovadoras
metodologías de trabajo, de pensamiento, reflexión y análisis de las
problemáticas actuales y de ver el mundo, de comunicarnos, relacionarnos y
expresarnos.
Según Landaverde y Kourchenko (2010),
existen una serie de conceptos acerca de lo que significa ser maestro. Dicha
conceptualización ha ido evolucionando convirtiendo al maestro en “algo muy
superior”, algo más que un transmisor de conocimientos, dando paso a un guía,
consejero, tutor, amigo y confidente que es el motor generador del aprendizaje
y del conocimiento, pero sobre todo, motivador.
Además, el maestro debe ayudar a que se
cumplan las 5 tareas fundamentales establecidas por la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) sobre aprender a aprender, aprender a ser, aprender a
hacer, aprender a emprender y aprender a convivir.
La vocación del maestro es una tarea
máxima, elevada y digna de trabajar en la formación de seres humanos con
valores, capaces de un aprendizaje continuo, de adaptarse, reflexionar y analizar
de la realidad.
Todo esto nos hace reflexionar en la
importancia de nuestra labor, de todas las implicaciones educativas que nos
acarrea y, sobre todo, en el gran reto de comprometernos y esforzarnos en hacer
todo lo posible para cambiar nuestra práctica y dejar de ser un proveedor de
información para convertirnos en educadores.
Los claros avances tecnológicos del
siglo XXI han transformado la vida, el trabajo, la familia, el entretenimiento
y la forma de aprender del ser humano. Por lo tanto, implica que no podemos
dejarla de lado en nuestra práctica; al contrario, debemos echar mano de ella
para complementarla y mejorar.
Además de ser competente, el docente
siempre debe conservar una mirada humanista a través de la cual esté consciente
del contexto y la realidad del ambiente del aula. Este aspecto humano se ha
descuidado últimamente al darle prioridad a los problemas sociales que ocurren
fuera del aula o a los avances científicos y tecnológicos.
Estas competencias docentes deben ser
traducidas en competencias de los alumnos, quienes deberán utilizarlas a lo
largo de su vida. Cabe mencionar que el hecho de que el docente sea competente
en lo personal no quiere decir que sus alumnos también lo sean, pero sí es más
probable que un niño, cuyo profesor manifiesta y transmite un gran gusto por
lectura de diferentes tipos de texto, adquiera ese gusto que si tuviera un
profesor que expresa desagrado por
ella.
Estamos conscientes de que tampoco
podemos enseñarle todo (hablando de conocimientos) al alumno, pero al
fomentarle que “aprenda a aprender” estamos previendo que el niño de manera
autónoma va a seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida.
No sabemos lo que viene
en el futuro, el avance de la ciencia y la tecnología, por lo cual es
importante fomentar y desarrollar un pensamiento crítico y complejo para que
tenga la capacidad de buscar distintas soluciones ante los problemas que se le
vayan presentando. Esto se puede lograr si el docente es capaz de diseñar situaciones similares a lo que ocurre
en la vida cotidiana del alumno y que sean acordes a su contexto, pues así es
más probable que cuando se le presenten problemas, él asocie estos a lo que se
le planteó en el aula y pueda echar mano de las habilidades y conocimientos
adquiridos.
La educación es la clave del éxito de la
sociedad, es tiempo de derribar esa barrera (muchas veces mental) que nos hacía
pensar que entre más conocimientos (o información) se le proporcionara al
alumno, se lograrían estudiantes mejor preparados. Ya no es vigente ese sistema
educativo con una perspectiva rígida de que se debía enseñar sólo ciertas cosas
y con métodos rigurosos, sino que ahora se pone en juego la creatividad del
profesor, ya que de no ser así la escuela no irá satisfaciendo las necesidades
de la sociedad actual, sino de alguna del pasado, trayendo como consecuencia
que el alumno no pueda utilizar lo que aprende para resolver conflictos reales
que se le presenten allá afuera.
Y es por ello que los alumnos de ahora
cuentan con acceso a tecnologías de comunicación y consulta de datos
desconocidos para buena parte de sus profesores. Buscan
información pero, ¿la palabra buscar la estarán semejando con aprender? ¿La ven
o solo la copian? Se comunican intermitentemente a cualquier hora del día o de
la noche, ser consciente de sus peligros. Su comunicación escrita se basa en
siglas y acrónimos, pudiendo atentar contra la riqueza de la escritura formal.
Sin embargo no toda esa tecnología es necesariamente recomendable y útil. Se
les facilita tanto las cosas que pueden llegar a un grado de indiferencia y
comodidad.
La tarea número uno de los jóvenes
mexicanos es el envío de mensajes de texto, y eso de texto no es
tan literal, como ya veíamos, le siguen los juegos y las fotos.
No tienen barreras para el enlace y la comunicación. Recordemos que todos los
excesos son malos y los alumnos deben de tener un criterio muy amplio para
discernir entre lo que les ayudará o perjudicará. No pasar de la libertad al
libertinaje por la red.
Hemos modificado radicalmente nuestro
entorno, que ahora debemos de modificarnos a nosotros mismos para poder vivir
dentro de él.
Retomando y partiendo de la anterior
frase podemos mencionar que nos encontramos en un mundo de constante vanguardia
en todos los sentidos, cambios ambientales, sociales y culturales y demás,
donde sale a relucir sin duda los referentes a los tecnológicos,
particularmente por el interés del presente documento nos referiremos a las
TIC´s, que han traído consigo la llamada democratización a la información y por
consecuencia el nacimiento de las sociedades del conocimiento.
Ahora recaigamos por un momento a las
dos corrientes pedagógicas que han tenido mayor influencia en nuestros sistemas
educativos, el conductismo y constructivismo. Empezando por la primera, se
tenía al docente como la única fuente del saber y conocimiento, donde la
pasividad y receptividad del alumno reinaba y la figura del maestro
representaba el vínculo para poder acceder a la información. Sin embargo, este
paradigma dio de mucho de qué hablar, recibiendo diversas críticas. Y gracias a
las investigaciones y estudios por la incansable búsqueda de una educación de
mayor calidad, con pertinencia y acorde a las necesidades contextuales y
propias del individuo para desenvolverse dentro su entorno, trajo consigo
nuevas corrientes pedagógicas, como la segunda en la que haremos mención, el
constructivismo.
Desde esta perspectiva dicho paradigma se ajusta y tiene estrecha
relación con las sociedades del conocimiento, puesto que
a partir de esta corriente el sujeto puede construir o elaborar, incorporar,
enriquecer, etc., la información o datos que le proporcionan o generan los
medios tecnológicos para transformarla en conocimientos aplicables en la
resolución de las dificultades de su vida diaria. Cabe aquí hacer una gran diferenciación
respecto a la información y al
conocimiento, ya que como mencionamos anteriormente, vivimos en una era de
la democratización de la información, de poder accesar a ella en gran
proporción, pero que no solo basta esto para poder decir que estamos y somos
parte que contribuye a una sociedad del conocimiento por estar en un tiempo
donde la información de datos fluye rápidamente y cualquier persona la puede
consultar, sino que falta un elemento principal en este proceso, la
intervención docente.
Este gran paso radica en fomentar en
los individuos capacidades de discrepancia, de juicio, análisis, reflexión,
discernimiento y demás. El docente modifica su rol, ya no como única fuente de
información, sino como el orientador y facilitador para enlazar y transformar
los datos, la información en el desarrollo de capacidades, habilidades,
conocimientos y actitudes.
Ahora pensemos en una interesante
interrogante: ¿el docente del siglo XXI está preparado para educar y formar
jóvenes que respondan a la demanda educativa?
Desafortunadamente estamos conscientes
de que la respuesta es negativa, puesto que el maestro de hoy ha sido formado
con parámetros pedagógicos del siglo pasado. Además, que muchas de las
circunstancias de nuestro sistema educativo nos orillan a continuar con
prácticas educativas tradicionales. Ejemplo de ello es la carga de contenidos
programados para cierto tiempo y que muchas veces hay que decidir si se abordan
pocos contenidos a profundidad o todos los señalados de manera superficial.
Con esto no queremos decir que tenemos que modificar completamente la
práctica educativa o que lo que se está haciendo no sirve, sino más bien que el
maestro debe estar consciente de la necesidad de complementarla con las nuevas
tecnologías y todos esos elementos que hacen diferentes a los alumnos de hoy de
los del siglo pasado.
Entre las características del perfil
docente, hay una que me parece de especial importancia porque considero que es
hacia la que hay mayor resistencia y es estar actualizado e inmerso en la
tecnología. Implica un gran compromiso, pues es necesario dominar el lenguaje
digital, entenderlo y usarlo para comunicarnos con nuestros alumnos; debemos
adoptarlo como una herramienta de uso diario o en la medida de nuestras
posibilidades.
Haciendo referencia a las implicaciones
educativas, existen 8 competencias que se incluyen en el perfil docente
diseñado por la Subsecretaría de Educación Media-SEP durante el 2007-2008 entre
las cuales llama la atención la primera “organiza su formación continua a lo largo
de su trayectoria profesional”, y la sexta “construye ambientes para el
aprendizaje autónomo y colaborativo”.
Organizar su formación continua,
incluye una constante reflexión sobre la enseñanza y sus procesos de
construcción del conocimiento, autoevaluarse, compartir con los colegas,
mantenerse actualizado en el uso de la tecnología y el uso de una segunda
lengua.
Pero no basta con la propia formación,
sino que también debe construir ambientes para el aprendizaje autónomo y
colaborativo de sus alumnos, es decir, favorecer el deseo de aprender, promover
el pensamiento crítico, reflexivo y creativo, así como el gusto por la lectura
y la expresión oral, escrita y artística mediante el ejemplo.
Se critica que se enseñan y evalúan las
mismas materias de las mismas maneras, a todos los estudiantes por igual,
porque parece justo poder tratar a todos los estudiantes como si fueran
iguales. En el futuro vamos a ser capaces de individualizar, de personalizar la
educación tanto como queramos, dice Landaverde y Kourchenko. Pero, ¿cómo lograr
eso? Considero que en algún momento se tiene que enseñar lo mismo aunque
explicarse de diversas maneras, pensemos en las escuelas multigrado o en un
solón con 30 o 35 alumnos. Debiera ser en la medida de lo posible.
Una frase que menciona Howard Gardner
(en su entrevista con Kourchenko) es que “En nuestros días nadie puede llegar a
aprender todo lo que hay que aprender (…), hay que saber lo suficiente para
entender algo y seleccionar a la gente que puede suplir nuestro conocimiento”.
Pero no escudarse en ello para no cumplir con el deber de estudiantes. “Uno
puede hacerlo todo por sí solo, dice, pero si uno está bien motivado y cuenta
con buenos maestros, eso puede marcar una gran diferencia”. Nadie ha dicho que
ser maestro sea fácil y es en esta concepción donde veremos que tan empáticos
somos, porque hay personas que creen que ser docente es muy sencillo (“qué
trabajo tiene cuidar niños”, dicen).
Pese a esos pensamientos de personas
apáticas, la escuela debe ser un espacio de explosión y desarrollo de las
habilidades y perfiles de inteligencia específicos de cada estudiante. Por ello
su llamado a la individualización, a la búsqueda de perfiles particulares de
cada estudiante. Gardner clasificó las inteligencias en siete perfiles: 1)
Lingüística. 2) Lógica-Matemática. 3) Corporal y Cinética. 4) Visual y
Espacial. 5) Musical. 6) Interpersonal. 7) Intrapersonal. Y luego agregó una
categoría más: 8) Inteligencia Naturista.
Gardner expresa que él actualmente no
memoriza muchas cosas, solo va a Internet y las averigua y que eso lo hace más
inteligente. Pero se contradice al referir que “todo el acceso de
Internet del mundo, no nos hace a ninguno de nosotros más inteligentes”. Quizá
más hábiles en la búsqueda de información y que no tengamos que traer
encendidas todo el tiempo nuestras computadoras mentales que él menciona al
tratar de saber sobre algún tema.
Ningún cambio, reforma o modificación en cualquier espacio o sistema
educativo que se implemente no surtirá y tendrá algún efecto, si sus
principales actores no se concientizan, convencen y muestran una actitud de
cambio, y lo contemplan como necesario. La practicidad de
los principios, marco teórico y demás referentes no se dan en el discurso y en
el deber ser, sino en el aula en el ser y actuar diario del docente ayudándolo
a conocerse y proporcionarle las herramientas necesarias para construir su
inteligencia emocional, o de los padres de familia que todos los días se
sientan con sus hijos y trabajan con ellos.
De igual manera bien sabemos que la
palabra diversidad no representa un obstáculo para la práctica educativa sino
una enorme riqueza, un factor que debemos de tomar en cuenta para cumplir y
cubrir la necesidades así como intereses de nuestros alumnos. Esto último lo
citamos por la cuestión de que hay que tener claro que tampoco hay ningún
remedio o metodología o estilo eficaz que nos muestres siempre los resultados
que queremos lograr con los educandos, por las razones que se mencionan
respecto a la diversidad individual y contextual; mas sin embargo, si se pueden
dar orientaciones y recomendaciones practicas al docente para que favorezca y
enriquezca su quehacer diario.
A pesar del menosprecio y devaluó de la
honrable y honorable profesión docente por una gran parte de nuestra sociedad,
el profesor aun sigue manteniendo credibilidad y prestigio social. Sus palabras
aun convencen, pero no cabe la menor duda que sus ejemplos arrastran. El
ejemplo es una clave de de mejora de nuestra educación, donde el docente
partiendo del mismo genera aprendizajes significativos en sus alumnos. En
aspectos como la puntualidad, el liderazgo y la justicia, donde a través no del
discurso los fomente, sino con acciones concretas que empiecen por el mismo.
Esta responsabilidad de formación
integral de los futuros ciudadanos requiere que el maestro posean e implemente
ciertas particularidades en su espacio de trabajo de y su personalidad. En
síntesis nuestros nuevos docentes tendrán la enorme tarea y desafío de la
sociedad contemporánea, ser un maestro multidimensional. En un inicio de
constante preparación con iniciativa de su profesionalización para ofrecer
mejor y mayor servicio de calidad, con propósitos y objetivos claros hacia
donde encaminar la acciones del salón de clases. Que este a la vanguardia, con
desempeños en diferentes ámbitos y esferas sociales de ayuda, apoyo u
orientación donde se le requiera, que comparta oportunidades de crecimiento y
superación a sus alumnos y con sus colegas, una de las clave hoy en día es la
colaboración para el mejoramiento de nuestras escuelas, porque estas
representan el motor de progreso y bienestar en cualquier sociedad del mundo.
Ahí está pues el desafío y reto de
apostarle y entrarle, porque la sociedad nos está rebasando, su evolución y
dinamismo es muy evidente, mientras que los nuestros sistemas educativos en su
conjunto nos estamos quedando obsoletos y estancados; es una gran ironía al
crear y formar estos entornos tecnológicos, digitales e informativos y no ser
parte de ellos.
CONCLUSIONES
En un mundo tan cambiante lleno de
exigencias problemas y necesidades la labor docente es una de las más
importantes para resolver y, sobre todo, para prevenir dichos problemas de la
sociedad actual y futura, mediante la formación de ciudadanos íntegros,
competentes y que sepan resolver los conflictos que se les vayan presentando.
Desafortunadamente, la mayor parte de los maestros no están preparados para
atender y cubrir las necesidades de los alumnos actuales (hablando del uso y
aplicación de las nuevas tecnologías).
A pesar de estar inmersos en las
sociedades del conocimiento y de la vanguardia tecnológica y de la
profesionalización docente en este ámbito, aun nos queda mucho por hacer. Se
dice que estamos en las Sociedades del Conocimiento, donde la información y las
noticias están al orden del día con actualización constante, sin embargo, la
saturación de la información no nos genera ni nos da por hecho la adquisición y
formación de conocimiento, ahí está el gran desafío, por un lado.
Por otra parte podemos cuestionarnos, acerca de que
las nuevas tecnologías nos van a permitir que el estudiante, independientemente
del lugar en el que se encuentre, pueda acceder a grandes bases y fuentes
informativas; tales posibilidades de acceso a la información, traerán un nuevo
problema para los objetivos que debe abarcar la formación de los individuos, ya
que el problema de la educación no será la localización y búsqueda de
información, sino más bien en su selección, interpretación y evaluación; y por
último, que la información va a estar deslocalizada del individuo y de su
contexto inmediato cercano, y el poder ya no será tener la información, sino
saber buscarla, evaluarla y usarla. (Cabero, 2007).
Desgraciadamente estos cambios no son
de una sola persona sino que intervienen diversos factores y muchas veces no es
para beneficio de todos: autoridades gubernamentales, educativas, docentes,
padres de familia e incluso los propios alumnos. Es una tarea conjunta, si uno
falla, falla todo el sistema.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Landaverde, P. y Kourchenko, L. (2010). El desafío
del maestro en el siglo XXI. Ediciones imu.